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Examen cardiovascular prequirúrgico

Recomendaciones // Viernes 7 de Julio de 2017

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En la mayoría de las personas el hecho de enfrentar una cirugía programada, resulta estresante.

Una buena manera de disminuir la ansiedad que esta eventualidad genera, puede ser llegar al momento de enfrentarla seguro de que no existen otras enfermedades que puedan agravar el pronóstico de la intervención. Es por este motivo que, ya desde hace varios años, las asociaciones de anestesistas de todo el mundo, sugieren, y hasta exigen, un completo chequeo médico previo.

Dentro de este examen uno de los aspectos más importantes es la evaluación del estado del aparato cardiovascular; pero ¿qué utilidad tiene y en qué consiste esta evaluación?

La finalidad de la evaluación cardiovascular de los pacientes previamente sanos, es intentar descubrir potenciales dolencias cardíacas que pudieran no haberse manifestado hasta la fecha de la cirugía. Esto es así porque la enfermedad cardiovascular es, sobre todo en personas mayores de 50 años, la primera causa de morbilidad (enfermedades) y muerte en nuestro país, y muchas veces puede cursar asintomática en sus primeros estadíos.

Para ponerla de manifiesto el cardiólogo debe realizar principalmente un completo interrogatorio sobre antecedentes familiares de enfermedad cardiovascular, hábitos tóxicos como el cigarrillo y el alcohol, relacionados directamente con enfermedades cardíacas, hábitos alimenticios como el consumo habitual de sal y comidas ricas en grasas saturadas, actividad física habitual del paciente, ya que el sedentarismo predispone a diversas cardiopatías.

El siguiente paso es conocer que enfermedades previas tiene el paciente, sobre todo las del aparato cardiovascular o que puedan configurar factores de riesgo para cardiopatías. Las principales son: la Hipertensión arterial, la Diabetes, la Obesidad y las Dislipidemias (elevación de los niveles sanguíneos de colesterol y/o triglicéridos)

Se debe también inquirir sobre la presencia en los últimos días de síntomas, que pueden resultar una alerta para el médico, principalmente el dolor de pecho de tipo opresivo que aparece durante el esfuerzo y la dificultad para respirar, entre otros. Por supuesto que el examen físico también debe ser completado exhaustivamente, pesquisando signos de alarma que el facultativo conoce.

Por último, la evaluación se completa con los exámenes complementarios entre los cuales, los rutinarios son el laboratorio y el electrocardiograma.

El primero es frecuentemente solicitado ya por el cirujano, pero el cardiólogo también se interesa por algunos resultados que pueden orientarlo en la valoración del correcto funcionamiento del aparato cardiovascular y otros sistemas que se encuentran relacionados como la función renal.

Habitualmente el profesional completa la visita con la realización de un electrocardiograma que permite evaluar la actividad eléctrica del corazón la cual está alterada precozmente en las principales cardiopatías. En la mayoría de las personas esto es suficiente para determinar si el paciente está en condiciones de afrontar el procedimiento, pero en contados casos, cuando el paciente presenta antecedentes o alta sospecha de cardiopatías, el profesional puede necesitar valerse de estudios mas complejos como el ecocardiograma bidimensional y Doppler color, el holter o la perfusión miocárdica con radioisótopos (cámara Gamma), para determinar con un razonable margen de seguridad el riesgo prequirúrgico.

Con todo esto, que casi siempre puede demorar entre 15 y 20 minutos, ya estamos en condiciones de decirle al cirujano y anestesista qué precauciones, si son necesarias, deben tomarse para la cirugía, disminuyendo los riesgos intra y post-operatorios para que el paciente, de ese modo pueda afrontar confiado el necesario tratamiento para su recuperación.