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La importancia de jugar

Recomendaciones // Viernes 7 de Julio de 2017

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En la antigüedad, el momento del juego era el más importante, actualmente, organizada sobre la idea de la productividad, hace que los chicos tengan mayores exigencias de rendimiento, se les agregan actividades, pierden por lo tanto la oportunidad de jugar más y organizar libremente su tiempo.

Ese tiempo libre es fundamental para el aprendizaje, para el desarrollo de capacidades y talentos creativos.

Los chicos, los adolescentes y los adultos a través de los juegos recrean su cultura. Es a través de esto dónde, la sociedad vincula dos cuestiones esenciales: las reglas de juego y el de las transgresiones, por ejemplo: el truco. Ahí está el tema de la trampa que es una constante de nuestra cultura. Otro tema importante es, que la idea de la trampa, va asociada a la trasgresión a las reglas y esto, de cierto modo, es "lícito" siempre y cuándo haya reglas, que deben ser claras, para crear espacios para jugar y eventualmente cambiarlas.

Los adolescentes por ejemplo crecen sin reglas de juego claras. El sistema educativo no los contiene, los padres no entienden sus códigos y se hacen adultos demasiado rápido; no han tenido suficiente tiempo y espacio para jugar. Si hacemos un análisis de los pedidos de trabajo en los diarios, comprobamos que lo que se busca es gente flexible, creativa, que pueda trabajar en equipo. Esto es algo que no se obtiene a través de los libros, se logra jugando. El que no puede jugar en grupos, quién no puede desarmar y rearmar un juguete, quién no puede salirse de la rutina establecida, va a tener dificultades. Esto que los chicos llevan cómo algo natural, los adultos lo dejamos de vivenciar con el tiempo.

Es importante mirar la realidad lúdicamente y permitir una vuelta de tuerca en la realidad cotidiana.

Por otra parte, como se tienen otros horarios y posibilidades, los padres tienen que poder tomar esas horas que los chicos no están en el colegio como una posibilidad de reencuentro y desde ahí encontrarse con el juego. Eso depende de los padres de los chicos, pero no hace falta tecnologías ni ideas sofisticadas tan sólo darse tiempo; un juego de mesa o sentarse a ver una película y poder conversar sobre lo que vemos.

Las vacaciones nos permiten tener otro tipo de permisos con el chico, por ejemplo, dejarlo tener el cuarto desordenado, vestirse de otra manera. Sobre todo hay que disponerse a hacerlo. Hay padres a los que, a pesar de tener tiempo disponible, les cuesta mucho el encuentro lúdico con sus hijos.

Cuando un chico está aburrido y se le hace una propuesta, por lo general no lo acepta. Cuando se tolera ese aburrimiento de repente el chico hace click, encuentra algo inesperado, la cosa más insólita, y se motiva. Eso también nos pasa a los adultos. Es algo positivo que hay que sostener y no tapar. Comprendamos que el juego nunca es nocivo. Lo nocivo aparece cuando no hay posibilidades de salirse del juego, cuando no se puede jugar a otra cosa.

Los chicos se aíslan y se quedan "enchufados" a la computadora siempre con los mismos jueguitos, cómo autómatas. Hay cada vez más uso de los juegos para evaluar negocios, analizar cuestiones políticas, encarar tratamientos terapéuticos, resolver conflictos y organizar tareas grupales. No es mucho lo que se necesita para despertar la imaginación y la creatividad. Claro que siempre que esto esté marcado por la libertad.

Además, la posibilidad de jugar con todo lo que se nos ocurra, de transformar las más variadas situaciones, aun las más duras y difíciles, en algo placentero y abierto nos permite acceder a un nivel de vida más sano, relacionarnos con los demás, con nuestros padres e hijos, amigos, vecinos y compañeros de trabajo, de una manera más relajada.

DR. GUSTAVO FAILLA - Auditoría Médica de OSDE