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Temor al parto

Recomendaciones // Viernes 7 de Julio de 2017

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Según el diccionario de la Real Academia Española, temor "es la pasión de ánimo que hace huir o rehusar aquello que se considera dañoso, arriesgado o peligroso" y miedo a la "perturbación angustiosa del ánimo por un riesgo o daño, real o imaginario."

Si logramos trabajar sobre lo que se considera dañoso, arriesgado, peligroso, real o imaginario, lograremos llevar a la paciente embarazada y al padre al momento del parto en un equilibrio emocional, para que puedan disfrutar uno de los momentos más importantes de sus vidas.

Esta es la meta del curso hoy denominado de "Profilaxis obstétrica" o curso de "Psicoprofilaxis del parto"; mal llamados sin dolor o sin temor, ya que esto, literalmente, no es real. Lo que hoy podemos es desminuir el dolor a través de la analgesia o anestesia, pero dejando la sensación de pujo para que la paciente durante el parto, colabore en el periodo expulsivo y así poder llegar a un parto natural. Por otro lado, tratamos de trabajar sobre el temor informando todo lo que podría ocurrir durante este proceso; se sabe muy bien que el tener conocimiento de lo que pudiera pasar disminuye al mínimo racional, el temor al mismo.

La atención al parto se delegó al médico en 1650 en el Hospital Dieu de París. Sin embargo, transcurrieron dos siglos para que los obstetras se preocuparan por aliviar los dolores del parto, habitualmente intensos y prolongados. Seguramente, consideraban que el dolor era un designio, consagrado en las sagradas escrituras: "Parirás tus hijos con dolor" -Génesis, capítulo tercero, versículo 16-.

En 1847, James Young Simpson, ginecólogo y obstetra de Edimburgo, utilizó por primera vez el éter y luego el cloroformo. Como el 7 de Abril de 1853 la reina Victoria de Inglaterra dio a luz al príncipe Leopoldo bajo los efectos del cloroformo, esa modalidad de parto se llamó "a la reina". Este método era elitista pues sólo un grupo reducido de personas podían acceder a él, el resto seguía reproduciéndose a la manera bíblica, salvo que se indicara para grandes intervenciones obstétricas de esa época, por ejemplo cesáreas, etc.

Recién en el siglo XX se sostuvo que el dolor es el enemigo del parto, no debiendo ser su acompañante natural. De ahí que todos los profesionales de la salud ocupados en la atención del parto -obstetra, obstétrica o como se conoció durante muchos años partera, anestesiólogo-; cumpliendo con uno de los objetivos elementales de la profesión médica, buscáramos la manera de aliviarlo o suprimirlo.

Por estas razones y muchas más que en este suscinto relato no es posible comentarles, invitamos a los futuros padres a participar de los cursos de Embarazo y parto.